Fusiles, tanques y sándwiches de miga. Viaje al interior de las ferias de armas, del exotismo a la banalidad del malPor Guadalupe Treibel
“La trastienda de la guerra es lo opuesto al campo de batalla”, destaca a la nacion el fotógrafo ruso Nikita Teryoshin, que conoce íntimamente esos engranajes: lleva años visitando y documentando ferias donde se comercializan toda suerte de armas y productos aledaños, como tanques y aviones de combate. “Aquí los cadáveres son maniquíes o píxeles en simuladores. Las bazucas y ametralladoras se conectan a pantallas donde la acción se desarrolla en entornos artificiales frente a invitados de alto rango, ministros, jefes de estado, generales y comerciantes”, subraya el artista sobre estas exposiciones destinadas a promocionar las últimas –y más mortíferas– novedades de la industria bélica frente a adultos que beben champán, comen canapés y juegan con “chiches” nuevos, como probablemente hicieron de niños con pistolitas de plástico.